viernes, julio 03, 2009

El reto literario: Parte I

Bueno, la participación ha sido tan escasa como esperaba, pero sigo adelante. Como han aparecido pocas palabras y dan para poca cosa he decidido realizar la historia en varias partes, realizando un reto al mes.

La recolección de las palabras ha ido así:
-Ignacio
Hermenéutica
Glosopeda
Mixomatosis

-Naib
Popero
Impepinable
Gripar

-Stambros
Paraboloide
Rectificar
Megalómano

Y sin más dilación ahí va la historia.

Eduardo era un joven corriente como otro cualquiera, había cursado sus estudios e incluso empezó una carrera, pero vio que eso no era para él. Así que se metió a trabajar de popero. Pero no penséis que para trabajar de popero no son necesario estudios. Hermenéutica del "pop", El "pop" en la Sociedad Actual o Grandes "pops" de la Historia Antigua eran sólo algunas de las asignaturas que tuvo que cursar.

Era un trabajo duro, pero gratificante. Que alguien abría un bote nuevo de mermelada, allá que venía él y "pop", que la ventosa del baño se despegaba, pues allí estaba Eduardo con su "pop".

Con el pasar de los años había llegado a ser un verdadero experto, "pops" huecos para los tarros medio vacíos, "pops" agudos para las capuchas de los bolis, "pops" ligeros y seguidos para las palomitas, "pops" secos para los tarros de pepinillos, eso era impepinable. Incluso una vez trabajó a dúo con un grinxero, él puso un gran "pop" final al gripar de un motor de mobylette tras los varios grinx de su compañero.

Recordaba que aquel mobylette estaba tuneado con una silla de montar, o como él decía desde que pasó por la facultad de matemáticas, tenía un asiento con forma de paraboloide hiperbólico. Era de las pocas cosas que aprendió durante la carrera, cuando aun se paseaba por la vida con ciertos aires de megalómano. Pero como rectificar es de sabios y de popero era más feliz que una lombriz, decidió dejar atrás sus delirios de grandeza.

No tenía mascota, ya que las dos que tuvo de pequeño murieron trágicamente. La primera, un conejo, por mixomatosis. La segunda, no tan normal, ya que era una ternera, difunta por glosopeda. Aun recuerda aquellos felices momentos en los que era el rey del colegio por ser el único niño que tenía de mascota una ternera. Y eso que vivía en un quinto, sin ascensor. Hasta el perrazo de Julian, que era de estos de correas de pinchos, escondía el rabo cuando sacaba a pasear a Manchitas. Desde su muerte no volvió a tener relación estrecha con el reino animal. No era capaz ni de coger ladillas por si se encariñaba.

No hay comentarios: